lunes, 22 de diciembre de 2014

Solsticio de invierno 2014


Coincidiendo con el solsticio de invierno, es tradición de algunos clubes hacer la ruta "De Sol a Sol", que comienza con la salida del sol y acaba, como no puede ser de otra manera, al anochecer.

El Pakefte también tiene esta tradición, añadiendo que el punto de salida se sitúa en la misma Puerta del Sol de Madrid, y en esta ocasión quisimos salir hacia el Oeste, siguiendo al sol.

Pasamos por lugares tan bonitos como Robledo de Chavela, el puerto de la Cruz Verde o el Monasterio del Escorial. Después de tomar diferentes decisiones a lo largo de la ruta, fuimos a caer a Collado Mediano, donde tomamos el tren de vuelta a Madrid, cuando el sol se estaba escondiendo. 

Misión cumplida.









Album con todas las fotos:

https://plus.google.com/photos/107800590932972178412/albums/6095572208092134145 

martes, 4 de noviembre de 2014

Transición entre temporadas. Dos maratones BTT: Talajara y Sierra de Cazorla 2014

Para comenzar la temporada ciclista 2015 (que para mí empieza el 1 de Noviembre de 2014), no se me ha ocurrido otra cosa que participar en la Maratón BTT Sierra de Cazorla, una prueba de montaña demasiado técnica para mí, aunque muy bonita por paisajes y por recorrido. Como no podía ser de otra manera, me la tomé con calma y haciendo este pequeño vídeo de recuerdo:




Y el pasado mes de septiembre, para dar fin a la temporada 2014, también participé en otra prueba, la concurridísima Talajara (125 km), con más de 3000 ciclistas. Esta es mucho menos técnica, pero la lluvia y el barro hicieron estragos, convirtiéndola en una durísima prueba de resistencia:



jueves, 18 de septiembre de 2014

Referencias y vídeos sobre ciclismo randonneur - La París-Brest-París


Dentro del ciclismo randonneur, sin lugar a dudas la prueba que ocupa el primer puesto por importancia, seguimiento, interés cultural y económico, es la París-Brest-París, la prueba ciclista más antigua del mundo. Se celebra cada 4 años en el mes de Agosto, y en cada edición se supera el número de participantes de la anterior. Hace algo más de diez años oí hablar de esta prueba por primera vez, y desde entonces tuve un interés creciente por ella. En los últimos años me he ido introduciendo en el mundo del ciclismo de larga distancia, realizando brevets cada vez más largas, y esta temporada albergo la esperanza de participar por primera vez en mi vida en esta prueba. Otros amigos han estado allí antes que yo, y siempre cuentan maravillas del extraordinario ambiente y la experiencia de recorrer todo el norte de Francia en bicicleta. Uno de mis compañeros de rutas más destacados, Juan Merallo, escribió un bonito relato de su participación en la París-Brest-París 2007, que puede leerse aquí:


En esta página se pueden encontrar historias de todo tipo escritas por autores anónimos, la mayoría en inglés o francés:


Un participante ilustre que consiguió terminar la PBP2007, Juan José Ibarretxe, por entonces lehendakari del País Vasco.

Aparte de las historias de éxito, hay cientos, miles, de historias anónimas de ciclistas que lo han intentado, preparándose largamente para luchar contra sus propios límites, y que a la hora de la verdad no han podido terminar. Averías, lesiones y circunstancias diversas pueden ocurrir a lo largo de una prueba de ultrafondo, dando al traste con la realización de un sueño como este.

El sitio web de referencia para el ciclismo randonneur en España puede ser la página de los Amigos de la Bici de Salamanca, con el calendario de pruebas que se organizan en todo el país:  http://www.randonneurs.es/


Para aquellos que estén interesados, voy a recopilar una serie de enlaces y vídeos que he encontrado por internet...

--------------------------------
PARIS-BREST-PARIS 2007
--------------------------------


1) Este vídeo dividido en 6 partes es una auténtica maravilla. Las pongo a continuación, se pueden ver de una en una:







2) A continuación pequeños fragmentos con los "extras" del vídeo anterior.





3) Y a continuación algunos otros vídeos que he encontrado por la red...


Paris Brest Paris 2007 from Damon Peacock on Vimeo.




--------------------------------
PARIS-BREST-PARIS 2011
--------------------------------

Vídeos de la París-Brest-París 2011:






lunes, 15 de septiembre de 2014

Mi marcha cicloturista del sábado

Hace nueve años, por Septiembre, escribí un artículo con el que di comienzo a una nueva forma de sentir mi pasión por el ciclismo. Por aquel entonces, mi hija Rocío empezaba a ir al colegio. A día de hoy he conseguido transmitirle en cierta medida la pasión por vivir en bici, con todo lo que conlleva. Coincidiendo curiosamente con una nueva fase de su vida, ahora que comienza a ir al Instituto, mi vida ciclista también evoluciona. Siento que la próxima temporada va a marcar otro hito en mi vida... y he querido traer a este blog aquel texto, con el que me sentí tan identificado, a pesar de que el paso del tiempo haya podido dejar obsoleta alguna de sus reflexiones. 

Esto es lo que escribí:


¿Qué es el cicloturismo? ¿Cicloturistas o ciclodeportistas? ¿Hay que llevar alforjas para ser cicloturista? ¿Se puede hacer deporte y apreciar la naturaleza al mismo tiempo?

Pese a que mi pueblo estaba en fiestas y me había ido tarde a la cama, el despertador no llegó a sonar; me desperté con las primeras luces del alba y me levanté sigilosamente para no molestar a mi mujer y a las niñas, que dormían en la misma habitación (en casa de mis suegros, en el pueblo, no disponemos de habitaciones individuales para todos). Las temperaturas todavía no eran muy frías en Jaén, y mi ropa de ciclismo estaba preparada en una silla del patio. Miré al cielo antes de elegir. Las nubes grises me hicieron temer una jornada húmeda; decidí dejar la cámara de fotos en casa y coger el chubasquero, por si acaso. Una camiseta interior y un maillot de verano más los manguitos serán suficientes para afrontar la jornada.

Salgo a la plaza y me dirijo a la fuente, de la que fluye continuamente el mejor agua del mundo. Lleno los botes y cruzo la línea de salida sin aglomeraciones, sin megafonía y sin dorsal. Las farolas de la plaza están aún encendidas, poco después de las 8 de la mañana. El pueblo destila ese silencio resacoso de los días de feria, sólo interrumpido por el canto de algunos pájaros o el ruido del vehículo de algún agricultor despistado que no conoce festivos. Al pasar por el puente sobre el río san Juan, a 640 metros de altitud, comienzo el ascenso al puerto de Locubín, con buenas sensaciones en las piernas. A ratos sentado y a ratos de pie, subo el primer tramo de 4 kms entre el 5% y el 7% de pendiente media, y paso junto a los cortijos de la Sierrezuela y Fuente Rueda. El cielo está encapotado, noto una brisa fresca y húmeda que me sienta bien. La tierra de las cunetas muestra aún los restos de las lluvias de días pasados. Tras un falso llano comienza el ascenso sostenido durante 6 kilómetros más, con rampas entre el 6% y el 10%. 


Conozco este puerto como la palma de mi mano. Sé exactamente qué rampa viene después de cada curva, conozco los olivos de la ladera a mi derecha y las encinas (aquí las llamamos chaparros) del precipicio a mi izquierda. Pese a que en los meses de Agosto y Septiembre no he podido entrenar apenas, me encuentro bien, y llego a los últimos dos kilómetros, donde la pendiente se suaviza hasta el 4%, con ganas de acelerar hasta el puerto. Tardo exactamente 46 minutos en coronar desde la plaza del pueblo, cuando el mejor tiempo que recuerdo en mi vida fueron aquellos 45 minutos que conseguí los días previos al Ascenso a la Pandera 2004, curiosamente aquella edición en que sufrí una pájara descomunal en este mismo puerto, a dos kilómetros de la cima...  

Esto es deporte.


Me paro en el cruce de caminos y me tomo la primera barrita de cereales, mientras contemplo cómo mi deseada cumbre de la Pandera se recorta entre nubarrones grises al Norte. Sin embargo, algunos tímidos rayos de sol aciertan a colarse entre las nubes de la sierra Ahillos, hacia el Oeste. Parece que el día va a aclararse. 

Un vehículo que pasa por la carretera me saca de mis pensamientos. Caigo en la cuenta de que es el primer coche que veo en todo el día, y me pongo de nuevo en marcha. Tomo la estrecha carretera comarcal de piso bacheado que lleva hasta Frailes. Paso entre las moles montañosas de Cornicabra y el alto Marroquí, también conocido como sierra de Rompezapatos. Cruza a toda velocidad, corriendo sobre el asfalto, un grupo de perdices, que no esperaban la presencia de un vehículo silencioso como el mío. Desde la barandilla sobre la cascada fantasma miro las piedras secas del arroyo de las Cabreras, que ojalá este otoño vuelva a discurrir entre saltos de agua y pozas... 

Esto es naturaleza.

Remonto paulatinamente el arroyo y al cruzar el puente afronto la última subida, de poco más de dos kilómetros, hasta el collado de la Martina, punto culminante de la ruta, a 1320 metros de altitud. Paso bajo los tendidos de alta tensión y me lanzo a un descenso rápido, junto al barranco del río Frailes. Mirando el precipicio a mi derecha dejo escapar un grito de felicidad. Trazo las curvas con suavidad, y noto que el paisaje va cambiando a mi alrededor. Las rocas escarpadas y las encinas diseminadas de la sierra van dejando paso a olivares de montaña y viñedos, y a medida que me acerco al valle aparecen algunas huertas, con cerezos secos tras el verano. El sol ha decidido sumarse definitivamente a esta fiesta, y ya brilla en lo alto del cielo, mientras las nubes quedan atrás, sobre la sierra.

Caigo en la cuenta de que en noventa minutos por carretera sólo me he cruzado con un coche. A la entrada de Frailes veo un cruce a la izquierda, que sube a los cortijos de Los Rosales hacia la sierra del Trigo, a más de 1600 metros de altitud. Nunca me he atrevido a coger esa carretera, porque sé que me llevará demasiado tiempo conocerla y no puedo llegar muy tarde a casa. Esta vez voy sobrado de tiempo y de ganas, y me decido a mirar un poco el arranque de la carretera. 

Esto es turismo.

Cuando llevo un par de kilómetros por la vega del río veo las durísimas rampas que se avecinan y decido volver a mi recorrido inicial, para llegar con tiempo de sacar a mis hijas a la feria. Me paro en el avituallamiento líquido de la fuente de Frailes, donde engullo la última barra de cereales. Me quedan 26 kilómetros a meta. El recorrido entre Frailes y Alcalá la Real es pestoso, con mejor asfalto que la carretera de la sierra, pero con bastante tráfico. Me cruzo con algunos ciclistas que me saludan y atravieso Alcalá la Real, bajo la siempre imponente fortaleza árabe de la Mota. Sólo queda la tachuela del puerto del Castillo, que por la cara sur no tiene más que un par de curvas de cierto desnivel. Junto al puerto, la atalaya árabe de la Nava parece que me anima en mis últimos kilómetros. El descenso vertiginoso por buen asfalto a través de las faldas de la Acamuña me lleva a Castillo de Locubín. Atravieso el pueblo y llego hasta la misma línea de meta, situada en la plaza, donde me vuelvo a detener a saborear el agua de la fuente, y miro el reloj. Son casi las 11 de la mañana.

He recorrido 56 kilómetros en 2 horas y 34 minutos (creo que me corresponde el oro, pero no me enviarán un diploma a casa). La organización, perfecta, los avituallamientos en su sitio y la basura, también (en el bolsillo de mi maillot).

Ciclismo, Cicloturismo, Ciclodeporte, Naturaleza, Bicicleta...  sólo sé que he disfrutado de verdad.

...Hoy mi hija Rocío ha ido por primera vez en su vida al colegio, y estoy un poco sensible... 

José Antonio Jiménez
Septiembre de 2005

jueves, 31 de julio de 2014

Más sobre ciclismo randonneur, o de larga distancia

El fin de la temporada ciclista viene a darse entre los meses de Agosto y Septiembre. Después suele venir un pequeño descanso durante el mes de Octubre, en el que no dejo de salir en bici, pero en estos meses hago rutas más tranquilas, cortas y quizá divertidas. Como cada fin de temporada, me gusta recordar lo que he hecho durante el año y reflexionar un poco sobre mis objetivos, logros y pequeños fracasos (que siempre son oportunidades para el aprendizaje y la mejora).

Alguien me dijo hace poco, en referencia al ciclismo de larga distancia, que le sorprendía ver cómo aquellos que somos capaces de completar extenuantes brevets no somos super deportistas, sino más bien personas normalitas, sin un físico privilegiado, y en general por encima de los 40 años. El año pasado plasmé mis impresiones y mi filosofía en el post "Yo no he venido aquí a sufrir", que escribí después de conseguir completar mi mayor experiencia hasta el momento, la Londres-Edimburgo-Londres, con 900 millas en 115 horas. Allí compartí ruta con gentes diversas de todo el mundo, y por lo general nada parecidas al estereotipo de deportista sobrehumano que muchos ven en el ciclista.

Efectivamente, cumplo el canon, tengo más de 40 -pronto  cumplo 44 para ser exactos- y no soy ningún portento físico.  Si acaso, el músculo que sí tengo muy desarrollado, perdón por la inmodestia, es el cerebro. No porque sea más inteligente que nadie, sino porque tengo gran capacidad de organización y de perseverancia,  y esas dos cosas son bastante importantes para el ciclismo de larga distancia (que llamamos "randonneur" o a veces simplemente "rando"). En este mundillo he encontrado gente muy interesante, personas de las que estoy aprendiendo mucho y experiencias que sirven para fortalecerse en otros aspectos de la vida. No sé si es casualidad que muchos de mis compañeros de ruta en las brevets sean ingenieros, profesores, informáticos, médicos e incluso jefes de nivel medio o alto en sus empresas. Tenemos interesantes conversaciones en ruta, ya que el ritmo de la marcha en estas pruebas es muy propicio para mantener largas tertulias.

El año pasado leí un artículo donde se hablaba del ciclismo como el nuevo golf, en el sentido de que es un deporte de moda entre ejecutivos, que encuentran una vía de escape, de reflexión e incluso de relaciones sociales. Alguien me narró la escena de un ejecutivo tratando de dormir unos minutos acurrucado bajo una mesa en un control de la París Brest París.  El ex lehendakari vasco Ibarretxe fue asiduo a las brevets, participó en la PBP 2011 y supongo que seguirá en el mundillo.

En estas pruebas no hay clasificaciones, ni tensiones típicas de carreras o de marchas, ni críticas a la organización porque ya sabes que no te ponen nada, dependes de ti mismo y esa es la gracia del asunto.


Para mí una brevet es una aventura que te aísla del mundo durante unas horas o días,  como un "camino de Santiago" un poco a lo bestia, pero similar en la parte que tiene de aventura, organización y conocimiento del mundo. Me encanta atravesar ciudades, valles, provincias... Los ríos siempre son puntos cruciales. No sé si se puede llamar "turismo" pero desde luego es una vivencia muy especial. En fin, he encontrado una forma magnífica para encontrarme bien físicamente sin llegar a la agonía que muchos describen, y siempre me tomo estas pruebas de manera festiva, como eventos que hay que saborear y disfrutar, incluso a veces superando situaciones duras, físicamente,  por avería o por las condiciones meteorológicas. 

Pero yo siempre trato de encontrar la parte más agradable y me quedo con la camaradería,  con los paisajes, con esa parte de felicidad que nos transmite la bicicleta desde que, siendo pequeños, nos dimos cuenta de que este sencillo artefacto nos permitía superar los límites del horizonte conocido para encontrar otros nuevos, y así hasta el infinito. 

Y por eso me encanta plasmarlo en vídeo y mostrarlo a los demás,  como hice el año pasado en la Londres-Edimburgo-Londres, este año en la Brevet 1000 y el año que viene, si los dioses son propicios, me gustaría debutar en la París-Brest-París. 

Pero siempre, siempre, disfrutando. La parte del sufrimiento que se quede en el tintero.


miércoles, 23 de julio de 2014

Crónica de la brevet de 1000 km Algete-Cea-Burgos-Soria-Algete

A base de participar en brevets uno va adquiriendo experiencia e introduciendo pequeñas rutinas y costumbres con las que se siente mayor confianza. Vamos perdiendo el miedo a las largas distancias, pero esto tiene un grave riesgo, ya que a veces podemos subestimar la dificultad de la empresa y la "tensión" que debemos mantener para asegurarnos de que podremos superarla. Recuerdo cómo afronté con bastante miedo el que fue mi primer reto ciclista de larga distancia, aquella aventura solitaria de Covadonga a Madrid después de participar en la marcha de los Lagos 2012. Ahora, con mucha más experiencia, me hacen gracia algunas de las preocupaciones de entonces. Parece mentira lo que se puede aprender en sólo dos años.




La Brevet de 1000 km organizada por el Grupo Deportivo Ciclista Pueblo Nuevo estaba en mi agenda de pruebas interesantes para esta temporada, con vistas a prepararme para la París-Brest-París 2015, pero no era ni mucho menos el objetivo principal en 2014. Cuando tuve que cancelar mi participación en la Quebrantahuesos por razones imprevistas y a los pocos días suspendieron también la prueba que iba a ser el plato fuerte de mi temporada, las 24 horas Ultracycling, me quedé un poco huérfano de objetivos, y la Brevet de 1000 km se convirtió en la prueba de mayor envergadura a la que me iba a enfrentar este año. No haber pensado demasiado en ella me mantuvo tranquilo, pero de repente, apenas una semana antes, empecé a tomar conciencia del formidable reto que iba a afrontar el jueves 10 de Julio. 

Si se compara con una Superbrevet típica, de 1200 km, la distancia de 1000 km no es nada despreciable, con el inconveniente añadido de que en una brevet "normal" como iba a ser esta, no existen los apoyos de la Organización, por no hablar del número de participantes, que en estas distancias tiende a ser muy reducido, lo cual puede convertir esta prueba en una aventura solitaria y muy difícil. En otras super brevets más multitudinarias, como la París-Brest-París, la distancia es algo mayor (1200 km), pero al contar con muchos participantes y una "organización" más estructurada, con controles y sitios ya habilitados para comer y dormir, parece que la empresa es un poco más fácil, al menos en lo que se refiere a logística.




Disponíamos de un límite de 75 horas para completar el trayecto. La salida sería el jueves 10 de Julio a las 20 h desde el Polideportivo de Algete. Debíamos llegar a meta antes de las 23 h del domingo 13 de Julio.

Tenía la intención de realizar toda la brevet con mi compañero Marcin, del Pakefte (http://pakefte.blogspot.com), y pensábamos unirnos a alguno de los grupos intermedios, sabiendo que en el club Pueblo Nuevo siempre hay un grupo de ciclistas (al que llamamos cariñosamente "el grupo de Emilio") que suele cerrar la prueba, rodando con tranquilidad y generosidad, siempre dispuestos a ayudar a todo el mundo.

Antes de salir descubrí que mi GPS de repuesto, el Garmin eTrex Legend que me acompaña siempre, especialmente en pruebas largas, no era capaz de encontrar satélites. Se había averiado ese mismo día. Por suerte, llevaba también mi GPS "principal", un Edge 705 que tiene el inconveniente de una menor autonomía, puesto que se alimenta con una batería interna y no permite instalarle pilas. Sólo tiene una autonomía de 14 horas, lo que equivale a una brevet de 200 ó 300, pero no más. Por este motivo, en las pruebas largas de temporadas anteriores siempre había prescindido de él, como en el caso de la Londres-Edimburgo-Londres 2013, en la que sólo llevé el Garmin Legend antiguo. Pero este año quise comenzar la temporada mejor preparado y adquirí una rueda delantera con dinamo de buje, para poder alimentar las luces y los dispositivos electrónicos en marcha. La probé con éxito en las anteriores brevets, sobre todo en el 400 de Yepes, con lo cual ya tenía ciertas garantías de que podía alimentar el GPS durante toda la ruta, pero ahora tenía por delante más del doble de distancia. Tampoco tenía mucha confianza en este GPS porque a veces, en rutas muy largas, se me había quedado colgado. No empezaba la brevet con mucha confianza, pero bueno, en caso de emergencia, siempre podría tirar de los mapas en papel o del teléfono móvil.




El pelotón empezó a rodar compacto, con apenas 23 ciclistas. Algunos se fueron por delante, intentando hacer una brevet más rápida, pero la mayoría optamos por ser conservadores y nos agrupamos para rodar todos juntos, al menos durante la noche. A eso de las 12 de la noche llegábamos a Jadraque, donde nos cerraron un par de bares en las narices. Por suerte encontramos un pequeño establecimiento en una calle estrecha junto al Ayuntamiento, donde pudimos sellar y reponer fuerzas. Marcin y yo salimos por delante del grupo, tratando de ir haciendo camino y poder rodar más relajados. Nos internamos en la noche castellana, camino de Atienza. La temperatura iba bajando progresivamente. A pocos kilómetros de Atienza nos alcanzó el grupo principal. Me integré en el grupo y cuando tomamos el desvío a Atienza me di cuenta de que Marcin no estaba. Llegamos al restaurante y a los pocos minutos apareció en la distancia. 


Me dijo que había tenido una grave avería. Se le rompió un radio y la rueda se descentró tanto que rozaba continuamente con el cuadro. Se trataba de una rueda moderna, con pocos radios planos, de esas que los expertos randonneurs nunca recomiendan. A mí ya me ocurrió algo parecido en la brevet de 300 de Yepes, y por ese motivo había considerado fundamental disponer de una rueda de 32 radios o más para este tipo de pruebas, en la cual la rotura de uno solo no se convierta en una avería sin remedio.

Salvo milagro, Marcin no podría continuar. Sin embargo, no se dió por vencido. Joaquín, del Pueblo Nuevo, llevaba varios radios de diferentes longitudes, y había alguien con cierta habilidad mecánica. El problema es que tenían que desmontar la rueda por completo, incluido el cassette de piñones, montar el radio, centrar la rueda... Demasiado trabajo para hacerlo a las 2 de la madrugada. Mis conocimientos de mecánica no alcanzan a saber reparar ese tipo de averías, por lo que no podía ayudarle. En un momento dado, el grupo que yo consideraba más afín a mis intereses, con Paco González, estaba dispuesto a salir. Por desgracia habían sufrido otra baja, ya que Rafa Cortegana estaba lesionado y había decidido quedarse en Atienza. Me despedí de Marcin y continué la ruta con mi nueva grupeta, que ya sería definitiva hasta la meta.


Destacaba la presencia en el grupo de Manuel Morente, uno de los más expertos randonneurs en España, que acababa de participar en la extremadamente dura Al-Andalus 2014. En esta ocasión venía con intenciones muy conservadoras, para acompañar a su pareja Bea. Yo ya había estado en un par de brevets este año con Bea, por lo que sabía que tenía un nivel asimilable al mío. Era una oportunidad extraordinaria para compartir ruta con alguien tan experto y tan fuerte como Manuel. También estaba Manuel Burgos, que venía de hacer la Titan Desert (durísima prueba de ciclismo de montaña en el norte de Africa) y dos auténticos veteranos del club Pueblo Nuevo, con un nivel muy contrastado, como Paco González, quien había realizado pocas semanas antes la Grediana, terrible prueba con más de 10000 metros de desnivel, y Juan Coca (que firma como Charly Gaul, un veterano e impresionante ciclista, al que jamás se ve cansado, y que siempre tiene un saludo, una broma o un chascarrillo que contar, repartiendo buen humor para todo el mundo). Completaba la grupeta Fernando Ferrer, un ciclista de Castellón al que se veía muy fuerte, pero relativamente novato en las largas distancias, ya que venía de hacer carreras a pie, hasta que empezó con la bicicleta por una lesión. Con ciertos temores de no estar a la altura, me uní a ellos y nos internamos en la fría noche castellana, camino del Burgo de Osma. El viento soplaba con fuerza del Noreste y ese tramo se nos hizo larguísimo.

A las 6:30 h comenzaba a amanecer en el Burgo de Osma, en el km 183 de ruta. Nos dirigimos a una gasolinera en las afueras, ateridos de frío, y tras sellar me sorprendí a mí mismo intentando encontrar algo de calor en... !las ranuras de ventilación del congelador de los helados! Nos tomamos un café con leche calentito y proseguimos la marcha, girando ligeramente en dirección Noroeste, por lo que el viento tendría una componente más lateral desde ese momento. Hasta Aranda de Duero nos llevaba una desagradable carretera saturada de tráfico, con grandes camiones que nos pasaban a toda velocidad, no siempre a la distancia que nos parecería prudencial. Nos pusimos a rodar en fila india, casi siempre comandados por Manuel Morente, que había sido nuestro gran apoyo, especialmente en los duros tramos de viento.


En Aranda de Duero, pese a que no había control de sellaje, decidimos parar a desayunar para despejarnos un poco. Fernando pensaba que eran demasiadas paradas, y decidió seguir adelante. 

El sueño nos atacaba a ratos. Llevábamos 15 horas rodando, sin dormir en toda la noche, y el viento y el frío de la madrugada nos habían dejado muy mermados. Las horas intermedias del día se me pasaron como en una nebulosa, pero íbamos haciendo camino y pronto nos encontramos en una zona de carreteras más tranquilas, con algunas subidas no demasiado duras, pasando sucesivamente los valles de los ríos Esgueva y Pisuerga. En Tórtoles de Esgueva nos reencontramos con Fernando y con otro par de ciclistas que se habían ido por delante. Sellamos rápido en el control y continuamos camino de Frómista, donde paramos a comer en un restaurante que nos dio la vida, pese a que no había control.


El cansancio y el sueño hacía mella en nosotros. Durante la comida algunos dijeron que nuestro objetivo inicial, hacer 505 km hasta Herrera de Pisuerga, comenzaba a estar en serio riesgo. Íbamos algo retrasados con respecto al plan, lo que hizo a muchos plantearse la posibilidad de descartar el alojamiento que habíamos previsto, y buscar otro en un punto más cercano, como Sahagún, en el km 400. Intenté mantener la cabeza fría. El grupo era muy apropiado para seguir rodando con ellos, pero si parábamos tan pronto estaríamos en riesgo de no poder cumplir con los tiempos. El horario máximo de sellado en Herrera de Pisuerga era a las 6:00 h de la mañana. No me cuadraba la posibilidad de parar a dormir a falta de 80 km para Herrera, y tener que salir a rodar... a las 2 de la madrugada!! En esos momentos yo no era ni mucho menos el ciclista más entero del grupo, de hecho había venido sufriendo y me había rezagado en algunos puntos, pero mi intención era seguir el plan previsto, aunque nos retrasáramos y llegáramos al alojamiento más tarde, porque al día siguiente tendríamos más margen sobre los tiempos de los siguientes controles. Íbamos por el segundo plato y todo apuntaba a la posibilidad de que tendría que seguir rodando solo y de noche a partir de Cea. Esa posibilidad no me apetecía mucho, porque sabía que entre Saldaña y Herrera me esperaban 50 kilómetros de entorno hostil, en medio de los bosques del norte de Palencia, sin apenas núcleos habitados. Hice un último sondeo y encontré el apoyo de Fernando y Manuel Burgos, que se decidieron a venirse conmigo. Me sentí un poco más arropado.

Salimos de Frómista convencidos de que el grupo se dividiría. Pero la comida siempre obra efectos reparadores en las maltrechas piernas de los randonneurs. El viento dejó de soplar y el grupo se fue animando hasta que pronto todos desecharon la idea de parar en Sahagún. El camino hasta Cea se hizo mucho más rápido de lo esperado. Habíamos cubierto 420 km en menos de 24 horas.



Cea era un hito psicológico. Ahora tendríamos que volver sobre nuestros pasos hasta Sahagún, y después tomar camino de Saldaña. Desgraciadamente no todo iba a ser felicidad. El viento volvió a soplar, al principio tímidamente, pero cada vez con más fuerza desde el Noreste, convirtiendo los últimos 50 kilómetros en un auténtico suplicio. En Saldaña cruzamos el río Carrión y comenzamos a subir un pequeño puerto con fortísimas rampas (o al menos eso nos parecieron), que nos llevaron a una zona elevada y ondulada, donde nos anocheció en medio de preciosos bosques e inmensos pinares. Por más que rodábamos no veíamos el final de la jornada. Veíamos varios núcleos iluminados en el horizonte, pero seguíamos rodando, los pasábamos y ninguno de ellos era Herrera. Finalmente alcanzamos nuestro objetivo casi a las 11 de la noche. Por suerte el restaurante estaba todavía abierto, porque estaban celebrando una comida de grupo, y pudimos disfrutar de un reparador menú con pasta y filete de ternera. También nos prepararon unas bolsas de picnic con un bocadillo y un plátano, porque a la mañana siguiente no habría nada abierto para desayunar.


El sábado 12 de Julio a las 4:30 h estábamos en la puerta del hostal, con ánimos renovados y dispuestos a comenzar la segunda jornada de pedaleo. Rodamos de manera bastante agradable esos primeros kilómetros hasta que las primeras luces del día trajeron la típica "inversión térmica", ese momento en que se producen las mínimas temperaturas del día, en que nos encontramos destemplados y cada parada se convierte en una inmensa tiritona. Si esto, además, ocurre en pleno Burgos, la sensación de frío insoportable es terrible. Estaba haciendo la goma, no me sentía nada bien. Paramos a desayunar en un sitio típico de peregrinos del camino de Santiago, donde me comí un inmenso sandwich con bacon, huevo frito y no sé cuántas cosas más. Me sentí muy recuperado, pero ese día notaba que iba un poco peor que los demás, quedándome rezagado en cada subida.


Nos dirigíamos a Soria, ya con casi 600 kilómetros recorridos, y sabíamos que teníamos que afrontar la zona más montañosa de la ruta. Aún no habíamos abandonado la provincia de Burgos cuando volvimos a parar para tomar un tentempié en Salas de los Infantes, en un bar que nos impresionó por la cantidad de tapas y el movimiento de clientes que tenía, todos consumiendo alegremente, pese a no ser demasiado grande ni estar en la calle principal. Comenzamos la subida hacia Duruelo de la Sierra, dejando atrás la provincia de Burgos para internarnos en Soria. 

Llegamos al control de Duruelo de la Sierra, en el kilómetro 667, antes de las 14 h., lo que nos venía perfecto para comer. Después del frío que habíamos pasado en la madrugada, ahora venía el calor, lo que nos hizo parar demasiado tiempo, casi dos horas. Manuel aprovechó para reparar un par de pinchazos que llevaba en sus cámaras.

Estábamos en las estribaciones de la sierra de Urbión, y el paisaje era precioso. Frondosos pinares y preciosas praderas lo llenaban todo. En Vinuesa bordeamos el embalse de la Cuerda del Pozo, antes de afrontar el "coco" de las subidas de esta brevet, el puerto del Royo, a más de 1200 metros de altitud. En este punto me adelanté al grupo aprovechando alguna parada, con la intención de que no tuvieran que esperarme, pero el calor me estaba sentando bien, haciendo gala de mi origen andaluz. Conseguí subir el puerto de manera bastante solvente, y después esperé un poco hasta que volvimos a reagruparnos todos, camino de Tera. Seguíamos rodando en dirección Este, en el último tramo que teníamos que superar antes de girar bruscamente hacia el sur, momento en que comenzaríamos a disfrutar del viento favorable.

Los últimos kilómetros del día fueron muy suaves. Sellamos en Gómara y llegamos a Almazán, en el kilómetro 800, antes de las 21 h, lo que nos permitió cenar tranquilamente e irnos a dormir.

Habíamos quedado en salir a las 4:30 h de la madrugada el domingo, pero no conseguimos salir hasta las 4:45 h. Sólo nos quedaban 200 kilómetros este día, así que podíamos disfrutarlos como si fuera la última jornada del Tour de Francia entrando a los Campos Elíseos. Nada más salir de Almazán subimos al páramo de los Altos de Barahona, lo que nos permitió entrar en calor, pero poco duró la alegría porque con las primeras luces del alba vino el terrible frío castellano, que nos alcanzó en las rectas entre Imón y Sigüenza. Ansiosos por desayunar y entrar en calor, llegamos a una espectacular churrería en Sigüenza, donde dimos buena cuenta del café con churros y unos suculentos trozos de pizza, que nos sentaron estupendamente.  No dejaba de ser pintoresco ver un grupo de ciclistas a las 7 de la mañana en un pueblo que estaba en plenas fiestas medievales. En la puerta de la churrería había un considerable grupo de jóvenes, algunos ataviados con ropas de época, que no daban crédito a lo que veían. Influidos por los excesos etílicos, algunos se reían, otros hacían comentarios "técnicos" sobre nuestras bicicletas, otros nos animaban cuando supieron lo que llevábamos y cuál era nuestro objetivo. De repente, uno de los jóvenes reparó en el maillot de mi club, C.D. Ciclocubín, y dijo con un acento marcadamente castellano: "¡Coño, ese es mi pueblo!". Pensé que me estaba tomando el pelo, y le pregunté alguna cosilla sobre Castillo de Locubín. No sólo no le resultó extraña, sino que me dio más detalles sobre un sitio en el que había pasado muchos veranos de su vida, ya que sus padres habían salido del pueblo en los años 60, aquella época del éxodo masivo de andaluces hacia diferentes puntos de España. El chaval era aficionado a la escalada y hablamos del precioso Nacimiento del Río San Juan, donde han instalado hace poco una vía ferrata, y de otros parajes de la Sierra Sur de Jaén. Me hizo ilusión encontrar gente con raíces comunes en un punto tan lejano, y me sentí orgulloso de llevar el nombre de mi pueblo en el maillot.


Los últimos 150 kilómetros ya eran terreno conocido. Una vez superado el escollo de Masegoso, sólo quedaba bajar por el valle del Tajuña, que estaba precioso, iluminado por las luces de la mañana como no lo había visto nunca. Allí nos encontramos con el bueno de Santy Mozos, el conocidísimo ciclista de ultrafondo, que había salido de Algete por la mañana para venir a nuestro encuentro. En Pozo de Guadalajara también se unió a la comitiva otro buen amigo, Rafa Cortegana, y así todos juntos hicimos los últimos kilómetros hasta Algete, donde entramos eufóricos, con algo más de 1000 kilómetros en las piernas, en un total de 68 horas de ruta. Para mí, un resultado extraordinario.




En la siguiente tabla puede verse un resumen numérico aproximado de la distribución de tiempos durante la ruta.

FECHA ETAPA ORIGEN FINAL DISTANCIA ASCENSO SALIDA LLEGADA TIEMPO RUTA TIEMPO PARADAS CENA Y SUEÑO TIEMPO TOTAL VELOCIDAD MEDIA NETA VELOCIDAD MEDIA BRUTA
10/07/14 Algete Herrera de Pisuerga 505 km 3.202 m 20:15 22:30 21:53 04:22 06:15 33:00 23,10 km 19,42 km
12/07/14 Herrera de Pisuerga Almazán 298 km 1.600 m 05:15 21:00 12:50 02:55 07:30 23:30 23,30 km 18,63 km
13/07/14 Almazán Algete 210 km 1.492 m 04:45 16:00 09:48 01:27 00:00 11:30 21,50 km 17,50 km













TOTALES

1.013 km 6.294 m

44:31:00 09:44:00 13:45:00 68:00:00 22,80 km 18,42 km

jueves, 10 de julio de 2014

Brevet 1000 km en Algete

El 10 de Julio a las 20 h saldremos del Polideportivo Duque de Algete los participantes de la Brevet 1000 km organizada por el Grupo Deportivo Ciclista Pueblo Nuevo de Madrid. Todo un reto de resistencia en el que tendremos que recorrer las provincias de Madrid, Guadalajara, Segovia, Palencia, León, Burgos y Soria en menos de 75 horas.

El primer objetivo será llegar a Herrera de Pisuerga, en el km 505, para la noche del viernes. Allí descansaremos unas horas antes de afrontar la segunda parte, rumbo a Almazán, en el km 800. La tercera jornada, si se superan las dos anteriores, será más llevadera. Pretendemos terminar el domingo 13 de Julio a primera hora de la tarde en Algete. 

Próximamente, la crónica.